por Sergio Antonio Herrera
Otra vez la utopía y no me cansa, es mirar al futuro y rebelarme y no
entender y es gritar a los cuatro vientos y darme bronca que los que
deben oír, se hacen los sordos. Imaginen una campañana publicitaria del
Destino Turístico Uruguay bajo el eslógan: "Visite el país más seguro
del mundo"...¿lo ven?.
Y claro, en nuestro país, donde hasta para decir que si, empezamos diciendo que no, cuesta que entre esta idea y los descreídos y pesimistas de siempre empezarán por decir "¿y a éste, que bicho le picó?,mirá si en Uruguay vamos a poder eliminar la delincuencia así como así".
Sigan imaginando: ir a San Pablo, el mercado de verdad que debemos ir a buscar la estabilización definitiva de nuestro destino como receptor, porque está muy bien ir a Río Grande do Sul para sumar pero...ir a San Pablo es contundentemente diferente.
Les decía ir al Estado económicamente más importante del país-continente pegado al nuestro con casi 200 millones de habitantes( por año, los que vienen, no llegan a 300 mil, más o menos, lo que se da la inversa:
los uruguayos que van a Brasil, andan por esa cifra), un Estado donde viven más de 10 millones de personas y decirles a las señoras que pueden venir a lucir sus joyas sin temores, esas fortunas guardadas en los cofres de frustración personal que brinda el mundo actual...
Decirles a las señoras y también a los caballeros de gran poder adquisitivo que tiene San Pablo que pueden venir a comprar las mismas cosas que en Nueva York o París y que además, les devolveremos los impuestos pero que pueden ir sin temores eligiendo, comparando, caminando nuestras ciudades caprichosamente ubicadas en el segmento de lugares que siguen ostentando la especie en extinción en el mundo: su perfil a escala humana.
Y tener para ese público la programación ideal en el Solís y en el Complejo del Sodre y asegurarles que pueden llegar caminando...y sentarse en una terraza a tomar una copa o un café y no estar mirando a los costados para ver de donde viene la agresión.
Y si levantamos la mirada y estas propuestas las hacemos en el hemisferio norte donde hay muchas más señoras y caballeros de gran poder adquisitivo que no tienen muchos lugares seguros para elegir en el mundo entero ¿qué pasaría?.
A esta altura del artículo estarán pensando que realmente el bicho que me picó me hizo delirar o que estoy loco y bueno, al fin y al cabo, dicen que las grandes verdades las dicen éstos últimos.
Hace tres años más o menos, escribí un cuento de Esperanza-Ficción cuyo título es
La Isla; en ese cuento, propongo no dejar un solo preso en el territorio continetal, construir dos establecimientos de reclusión en la Isla de Flores y me extiendo detallando cual es el plan.
Como resumen puedo decir que a un establecimiento (Cárcel única nacional) irían los irrecuperables, a los que se le aplicaría la "pena de isla" que supone el aislamiento casi total y al otro (Centro de Reahibilitación Social) irían todos los que se pueden recuperar a cumplir jornadas de ocho horas de trabajo, otras ocho para deportes, estudio y esparcimiento y las restantes, para el descanso.
Se invertiría el orden actual y deberían ser los reclusos quienes deberían generar recursos con su trabajo para mantener o colaborar con sus familias, las que dejaron desprotegidas al delinquir.
De ahí en más, todo ciudadano que delinque, de inmediato va a la isla y el Ministerio de Turismo podrá esgrimir un atractivo incomparable para competir con cualquier destino: "Visite el país más seguro del mundo".
Mientras las autoridades siguen diciendo que "hacen todo lo que pueden" y la oposición aburre repitiendo todos los días las mismas acusaciones, los delincuentes siguen apropiándose de nuestro país, sembrando el terror y haciendo crecer cada día las empresas de seguridad, las herrerías, las armerías y manteniendo para los de siempre, el próspero negocio del narcotráfico. Nos vemos.