La hora acordada pasó de largo y quien escribe estas líneas cometió un pecado que ningún periodista debería cometer jamás: llegar tarde a una entrevista. Menos aún si pugnó por ella durante meses. Por fortuna, el célebre escritor y "futurista" Alvin Toffler, se lo toma con soda, mientras se prepara para volar junto a su mujer, Heidi, rumbo a otra ciudad.
"Usted sabe cómo es el tráfico", se disculpa La Nación.
-(Se ríe) Oh, sí, todos sabemos cómo es. ¡Lamento que haya quedado estancado en ese "problema propio de la segunda ola" en el camino!
Toffler regala una sonora carcajada que refleja sus vigorosos 80 años. Es uno de los intelectuales enfocados en el mediano y largo plazo más respetados del mundo, junto a Bill Gates y Peter Drucker.
Autor, entre otros libros, del ya legendario La Tercera Ola , Toffler sostiene que la humanidad encara su tercer capítulo. El primero fue el pasaje de la civilización nómada a la agraria; la segunda ola fue la Revolución Industrial y la sociedad de masas, la burocracia y las corporaciones; y la tercera es el nacimiento de una sociedad posindustrial. Un parto que, claro está, no es homogéneo ni simultáneo alrededor del
planeta. O, como prefiere decir él, "el cambio no es lineal; puede ir hacia atrás, hacia adelante o hacia los costados", pero para el que será necesario revolucionar el sistema educativo.
En tiempos de Barack Obama en la Casa Blanca, pero también de una crisis que flirtea con compararse a la Gran Depresión, Toffler avizora un mundo multipolar y cambiante que no lo tendrá como protagonista, pero que lo cobija como profeta desde que publicó El shock del futuro , en 1970.
-No le gustan las "predicciones", por considerarlas imposibles, ¿pero es al menos optimista sobre el futuro?
-Bueno, la pregunta es de qué período estamos hablando. ¿Hablamos del futuro inmediato? Y en ese caso, ¿de qué región del mundo? Este no es un buen momento para los Estados Unidos. Afrontamos un declive económico significativo que podría tornarse mucho peor antes de mejorar. Así que este no es el mejor de los momentos. Pero si miramos a largo plazo, diez o quince años hacia adelante, es otra historia. Creo que Estados Unidos y otros muchos países disfrutarán de grandes oportunidades para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.
-¿Cuáles son los grandes desafíos que anticipa para Estados Unidos y otros países desarrollados?
-El primero es el que mencioné: el declive económico y cómo se lo supera. También está el desafío ambiental: si seremos capaces de hallar sustitutos energéticos. Pero soy optimista y superaremos los problemas.
-Así como hoy se reafirma optimista, ¿cuánto cambió su visión respecto de la que exponía antes del 11 de septiembre de 2001?
-Bueno... (suspira, calla por unos segundos), aquel día introdujo el concepto del terrorismo en un nuevo nivel, aún cuando, si mira en nuestros libros, encontrará que aludimos a ese problema, incluso en El shock del futuro. Por supuesto que no nos enfocamos en ese problema, ni como "terrorismo religioso", pero sí nos referimos a otros tipos de terrorismo. Lo realmente peligroso es que ahora tenemos nuevos medios masivos de comunicación al servicio de los gobiernos y los ciudadanos, pero que también les aportan ventajas a los terroristas de las que antes carecían. Se suma que vivimos en un mundo en el que es posible acceder a armas de destrucción masiva, y eso cambia la historia. No me gusta trazar comparaciones, aun cuando se podría repasar la historia griega y hallar similitudes. Pero nada fue como hoy, porque nadie tenía estas armas, que generan otro "juego", otra dinámica, otro mundo. Todo lo que lo precede no es comparable.
-Entonces, ¿es usted optimista?
-Soy estadounidense y soy, por tanto, un "optimista químico" (carcajadas). ¡Está en nuestra química orgánica! ¿Pero sí, lo soy, aún cuando atravesamos tiempos dolorosos.
-¿Cómo ve las perspectivas para América latina?
- Me choca, debo admitir, el hecho de que varios países de la región están gastando más dinero en armas. Eso le añade más grados de incertidumbre y preocupación al análisis sobre hacia dónde se dirige el continente. Hay también una enorme demanda para mejorar la infraestructura, lo que está abriendo una oportunidad para que China y otras potencias accedan a la región. Esa demanda de infraestructura refleja una gran oportunidad, a la vez que puede causar potenciales conflictos sobre, por ejemplo, qué puertos potenciar o el trazado de autopistas o gasoductos.
Los países perciben, correctamente o no, una amenaza velada y potenciales tensiones; pero lo último que necesita América Latina es un conflicto militar. Me preocupa. Habrá que ser cuidadosos en cuanto a evitar ese conflicto armado, aunque hay y es necesario, contra las FARC.
- ¿Será éste el siglo chino?
-No será el siglo de un país. Primero, porque los cambios se suceden cada vez más rápido. Así que incluso si China se convierte en el "número uno", puede que no dure un siglo en ese lugar. Es demasiado sencillo afirmar que China será la próxima superpotencia o, India. Viviremos con una multiplicidad de superpotencias. No una, sino alianzas cambiantes de países que, comparadas con su pasado, serán superpotencias.
-¿Qué deberían hacer aquellas que naciones aún fluctúan entre la segunda y la tercera olas?
-(Suspira). Un punto importante que también alcanza a Estados Unidos, sería eliminar todos los sistemas educativos que preparan a los chicos para trabajar en modelos industriales. Nuestros sistemas educativos hoy simulan el modelo de las fábricas, en las que los chicos siguen un horario fijo, y una rutina al estilo de un trabajo cualquiera, lo que estuvo bien mientras duró la sociedad de masas. Preparamos a los chicos para trabajos que, en su esencia, serán una suerte de línea de ensamblaje aún cuando esos empleos resultarán cada vez más escasos, y no avanzamos hacia una economía basada en el conocimiento individual. Es necesario transformar el sistema masivo de educación, algo que será extremadamente difícil. Es obvio que los sindicatos de maestros se resistirán porque de manera comprensible buscarán proteger sus trabajos, pero aún así debe darse un replanteo radical de la educación. ¿Cómo se combina lo que hoy aprenden los chicos en la escuela con lo que aprenden en Internet o en la calle?
-¿Por qué ningún país realiza esa reforma educativa?
-Para empezar, porque una de las metas más preciadas de los países en vías de desarrollo es convertirse en sociedades industrializadas. Pasar de la "primera ola" a la "segunda". Además, muchos tampoco se han confrontado aún con las nuevas realidades globales. A eso se suma que los docentes en casi todos los países están muy bien organizados en sindicatos para proteger sus empleos. Lo comprendo. ¡Mi hermana es maestra! Pero el punto es que el modelo en que se mueven es injusto para los chicos. Preparan a los chicos para ayer, no para mañana.
"Habrá que ser cautelosos para evitar el conflicto armado en América Latina".
un autor futurista
Alvin Toffler nació el 3 de octubre de 1928, en los Estados Unidos.
Es doctor en Letras, Leyes y Ciencia. Como docente, se ha desempeñado en diferentes cargos en la Universidad de Cornell y en la Russell Sage Foundation. Fue nombrado Fellow de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias.
Buena parte de sus trabajos e investigaciones los realizó junto con su esposa, Heidi Toffler, profesora adjunta del Instituto para el Estudio de Estrategias Nacionales en la Universidad Nacional de Defensa de Washington, en Estados Unidos.
Como futurólogo, se ha centrado en temas tales como la tecnología, la carrera armamentista y los avances y retrocesos del capitalismo. No sólo pone el foco en las cuestiones técnicas, sino también en las humanísticas.
Entre los libros más conocidos pueden citarse de su autoría se encuentran: La revolución de la riqueza, El cambio de poder, El shock del futuro y La tercera ola.
"Escuelas preparan chicos para el ayer"
Alvin Toffler tiene un prurito singular: le escapa a la palabra "predicciones" y desconfía -casi detesta- a quienes la lanzan. "Cualquiera que diga que predice el futuro es probablemente un miembro del club de los charlatanes, porque los eventos humanos están llenos de sorpresas y hechos fortuitos, de conflictos, retrocesos y trastornos", afirma. Y en cuanto al modo en que expone, no se trata de un mero plural mayestático, sino bien concreto: habla de sus ideas y las de su mujer, Heidi, coautora de sus libros.
Juntos, Alvin y Heidi, intentan decodificar la realidad y comprender las tendencias subterráneas para entender la dirección que lleva una sociedad. Así es como en los albores de los 70 vislumbraron el ascenso imparable del conocimiento especializado, la aceleración tecnológica y el florecer de profesiones interdisciplinarias, y alertan desde hace años sobre la necesidad de reconstituir el sistema educativo.
Los Toffler subrayan que el futuro será para aquellos que desarrollen lo que denominan "habilidades o técnicas de pensamiento crítico". Es decir, aquellos que sepan asimilar información, adaptarse a los cambios y tomar decisiones a una velocidad creciente, algo para lo cual, afirman, no preparan las escuelas.
La "escuela del mañana", tal como la entienden los Toffler, resulta muy distinta de las actuales. Deberían funcionar las 24 horas, ofrecer un servicio adaptado a las necesidades y los intereses de cada chico y de las empresas, y con una currícula interdisciplinaria no sólo en cuanto contenidos, sino también por sus exponentes. ¿Por qué? Porque las clases deberían darlas no sólo los maestros -que deberían pasar parte de su tiempo en el mundo empresarial-, sino todos aquellos que tengan algo para dar. "¿Por qué no sumar a las aulas a quienes sin ser maestros, pueden ofrecer otras perspectivas? ¿Por qué no sentar a los chicos durante media hora con un piloto de avión? ¿O con un cocinero, un empleado de oficina o un empresario? Que se genere un ida y vuelta: ¿Qué hacés? ¿Cómo es tu vida diaria? Y, más relevante aún, ¿cómo introducir a los estudiantes al mundo actual, a la vanguardia de la tecnología de la información, cuando los maestros conocen tanto o menos de ellas que los alumnos?", sugiere Toffler.