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Martes, 03 Marzo 2009 06:01

La idiosincracia uruguaya

 por Sammy Arlin

La idiosincrasia ( rasgos, temperamento, carácter, pensamiento, etc. propios de un individuo o de una colectividad nacional, regional o étnica) uruguaya, esa forma de ser tan nuestra que nos permite esperar a ver si llueve cuando se anunciaba sequía desde tiempo atrás, que nos deja repetir que somos una de las
capitales más seguras de latioamérica a pesar de que se sucedan robos en todas las esquinas -pero los números dicen que no sólo porque la gente no se molesta en denunciarlos-.

Ese orgullo de ostentar el Carnaval más largo del mundo pero con una interna mordaz y conflictiva, el creer que podemos figurar en un mundial de fútbol sin entender que a los sponsors del mismo y al mega mercadeo de medios que rodea al evento no le interesa en lo más mínimo el mercado uruguayo, ponderar a una joven boxeadora pero no darle apoyo a un esforzado ciclista, y miles de ejemplos más que podríamos enumerar y que todos sabemos, se ve reflejado, por supuesto, en el turismo.

Esto no es de ahora y lo seguirá siendo mañana.

Para que esto cambie tiene que cambiar la idiosincracia de nuestro pueblo, de todo nuestro pueblo.

Seguimos teniendo políticos que posan para la foto y no les interesa nada de lo que sucede fuera del recuadro, que se manejan en el momento que les tocó  hacerse de un cargo para aprovecharlo en el presente o bien utilizarlo como un escalón más para la ansiada cima mientras hablan de proyectos, de comisiones de trabajo, de inversiones y de un futuro promisorio, futuro que no llega, que no hay miras de que llegue y que a ninguno de los integrantes de la cúpula privilegiada, vaso en mano y canapé a medio camino frente a las cámaras, pareciera que le importa.

Están porque están, a muchos nadie los eligió, pero pretendemos que trabajen para nosotros y que además lo hagan bien, evidentemente hay algo que no cierra.

Si al que está, ningún interesado en la temática para la cual está lo designó, y el mismo designado no tiene conocimientos ni interés alguno en la temática que le tocó ejercer para ocupar el cargo, jamás llegaremos a buen puerto, esto es tan claro que no merece otro razonamiento.

Lo grave es que nuestra  idiosincracia nos  impide o trata de impedirnos ver esta realidad, -que conocemos pero parecemos no poder percibir- razón por la cual continuamos exigiendo donde no hay nada más que exigir, con el consecuente desgaste que esto provoca y los tienpos que se agotan.

Por supuesto que hay excepciones, pero son tan contadas que nada o casi nada pueden hacer contra el enorme paquidermo que los aplastaría en caso de querer hacer algo que no contemple plenamente sus intereses.

Además, y en definitiva, la sombra del paquidermo también protege, o sea que es mejor quedarse quieto, y hacer lo que haya que hacer para conformar al sistema.

Evidentemente esto no es exclusivo del sector turístico, nos incomoda puesto que nos atañe directamente, pero es parte de un todo que conforma la lamentable idiosincracia uruguaya.