Asumida en los últimos años como prioridad entre los delitos que deberían tener índices reducidos, el robo de autos desafía a las autoridades. En abril de 2006, el entonces Secretario de Justicia y Seguridad, Omar Amorim, lanzó un plan específico para ese tipo de crímenes.

Además de medidas que la propia Secretaria adoptaría junto a aseguradoras y montadoras, la Policía Civil y la Brigada Militar presentaron metas de trabajo para reducir esos números. La  acción no alcanzó el resultado esperado. Entre enero y diciembre de 2006, 14.553 automóviles fueron robados, 2.880 más que en 2005, lo que indica un aumento de 25% en apenas un año.

En contrapartida, en esos cuatro años, los hurtos cayeron 5,5%. En comparación entre 2005 e 2006, hubo un pequeño aumento de 1,5%. Paradojalmente, la caída de los casos de hurtos trajo más riesgos para la población. Cuando los bandidos optan por dejar un carro por causa de los dispositivos de seguridad, buscan la mejor oportunidad de apoderarse del vehículo: atacan al conductor.

Muchas veces, la tentativa de robo puede resultar en lesiones o en un latrocinio (robo con muerte). Entre 2003 y el primer semestre de 2006, por lo menos 35 personas fueron muertas por ladrones de autos.

El Secretario de Seguridad Pública, Enio Bacci, anunció una ofensiva contra la industria del hurto. Bacci intenta dar al Estado mayor control sobre la actividad de los desguaces y el funcionamiento de remates. Estas empresas deberán tener sellos de identificación en las piezas usadas que pretenden comercializar. También deberán crear un Registro de compradores de chatarra, y someterse a la supervisión del Departamento Estatal de Transito.

Buena parte de los carros hurtados o robados (muchos por pedido) va para desarmaderos, por medio de los que el vehículo entra en pedazos en el mercado clandestino.

Fuente: Zero Hora
Traducción: Carlos Santo