Lo bueno que tiene el aserto ministerial es que deja libre el camino para utilizar una franqueza de ese calibre, pues -obviamente- quien la suelta piensa que no duele, y no puede dolerse cuando la recibe.
Más allá de eso, hay algo que quiero decir de antemano: cuando tengo que enfrentar un artículo de estas características me cuesta mucho escribir.
Al asumir el rol de columnista del Portal no tengo la capacidad de empatía que me permita ir al lugar en que está alguien que llega a un cargo ayuno de dotación técnica para su ejercicio. No puedo sentir ni pensar como lo hacía antes de empezar a estudiar las mil cosas que aprendí previo a (y sobre todo después) de pisar por primera vez el Ministerio; cuando -al igual que todos los que llegábamos- si no lo veía con valija y cámara no sabía lo que era un turista. (Dicho sea de paso: veinte años han pasado y, como dice el tango,....la historia vuelve a repetirse...).
Así pues, enfrento la posibilidad de herir involuntariamente a alguien que trata de hacer, cosa que no me hace feliz. Por eso tengo que decir a texto expreso que no me animan la soberbia tecnocrática ni el ánimo descalificador (a los que he logrado no sin esfuerzo alejar de mi modo de ser), sino el deseo profundo de ayudar a que las autoridades alcancen el primer estadio que se requiere para solucionar un problema, que es tratar de entender qué hay que saber y hacer para dirigir el Turismo. O sea que -si en algún momento sueno grosero o pedante-, es de bruto nomás, pero no es mi intención.
Dicho lo cual, sigamos con las declaraciones
- HL: ...En nuestro país, no hay especialistas de verdad en Turismo, nómbreme algún Grado 5....
Hay una confusión generalizada acerca del Turismo como objeto de gestión y conocimiento. Cuando un persona "hace" turismo, pone en funcionamiento una gran maquinaria que requiere para su funcionamiento la integración un número importante de servicios independientes; cuyo producto es fundamentalmente intangible por más que requiera a veces de la utilización o transformación de bienes. Por eso, se dice que el Turismo es una actividad, y no una industria.
Esa actividad requiere de una gestión propia, que implica una especialidad en sí misma. Cada país tiene estupendos profesionales en gestión de hotelería, transporte, viajes, empresas gastronómicas, y unos cuantos etc., pero son muy pocos quienes se especializan en Turismo (con mayúscula). Son personas que -conociendo algo de cada actividad, que no sus secretos- encarnan la suma sinérgica de esos conocimientos, y le agregan aportes específicos de Administración (proceso continuo que integra Planificación, Organización, Dirección y Control), Marketing, Macro y Micro Economía, Relaciones laborales, Relaciones Públicas, Comunicación, y unos cuantos etc.
El Dr. Lescano, al decir que no hay ninguno en nuestro país, cortó grueso y negó la existencia de alguno y expertis a todos los especialistas por ramo (de los que podría haber aprendido un poquito de cada cosa, con sólo convocarlos y escucharlos).
Entre los que saben de Turismo también están los egresados de las diferentes Carreras en Escuelas y Universidades locales o del Exterior; que han recibido un conocimiento teórico global superior al de cualquiera de los asesores actuales del Ministro, operador específico, y hasta de los propios docentes que los formaron (incluido un servidor).
Son, en general, jóvenes, y a todos les falta boliche; pero lo tendrán. Algunos abrazaron (y -si les dan chance- otros lo harán) la causa del servicio público, demostrando el estoicismo mezclado con alegría necesario para trabajar en serio con retribuciones risibles, la creatividad incentivada por la necesidad de hacer todo en espartana escasez, y la fortaleza casi inexplicable que hay que tener para estar ahí y no dejarse arrastrar por la corriente mediocrática. Otros harán política, mirando con mayor atención aquellos temas que saben relevantes para el presente y futuro de la gente (que no es si Nicolini sacó un carné, la Ministra sale en una comparsa, Fulano es terrible facho o Mengano cuando estaba en tal cargo se llevó una cuadernola). Ellos saben que el Turismo es la actividad productiva que mejor reparte la riqueza pero es la única de todas las de Exportación que no tiene incentivos impositivos a la gestión, y -rindiendo estupendos dividendos al Erario- recibe migas del Presupuesto, por decir algo. Algunos "llegarán", y harán resonar su voz.
Es mi esperanza que así sea, para que -en unos años- ya no haya excusas, ni necesidad de escuchar ciertas cosas.
HL:¿Y sabe algo ? No solamente es innecesario que el Ministro de Turismo sea un especialista..."
Sólo puedo discrepar con esta aseveración. Sin ser deseable, puede no saber de Turismo, pero no puede no saber de Dirección (que es una especialidad).
En su condición de actividad integradora de múltiples elementos que funcionan en forma autónoma, el Turismo es parecido a una Orquesta sinfónica. Todos sabemos que no es necesario que el Director sepa tocar todos los instrumentos, pero sí tiene que saber cómo debe sonar cada uno, conocer la obra en profundidad, y poder hacerla "ser" conduciendo la labor de sus dirigidos con mano firme y segura.
¿Se puede negar la necesidad de especialización de quienes ejercen la Dirección? ¿Pueden faltar una partitura para cada intérprete y una general? Sin alguno de esos elementos, la orquesta sonará (como decían Les Luthiers), "...como el reverendo...; que es como "suena" un Turismo sin planes ni especialistas que ejecuten su instrumento o dirijan.
¿Cómo que no? ¡Sí! Es necesario (y mucho) que quien dirige algo sepa hacerlo, y -siendo posible- sepa de lo que dirige. Lo que no es, es posible en Turismo; no al menos en el marco del desconocimiento y la minimización generalizados que -más allá de los discursos - sigue imperando en el Gobierno y la Sociedad toda para con nuestro Sector; seguramente por méritos propios.
Tampoco es posible sobre la base de la cultura política imperante, donde entre más de 1500 puestos clave en el aparato del Estado se cuentan con la mano las honrosísimas excepciones; y es más importante que quien ocupa un cargo pertenezca a tal o cual sector del Partido ganador, que no cuánto sabe de lo que hay que hacer. Sigue teniendo razón Vaz Ferreira, setenta años después.
Como parece que (más allá de eslóganes de campaña llenos de la palabra cambio, eso tampoco se puede cambiar), lo que sí podría hacer un jerarca que quiera hacer las cosas bien es -una vez que reconoce que no sabe- rodearse de gente que sí. En todos lados, los jerarcas tienen un Gabinete de asesores.
Yo sé que el Ministro es un hombre austero, pero un Gabinete de dos... es demasiada austeridad, y es muy malo para la gestión.
Si sólo tiene a la Sra. Kechichián y a Liberoff (cuya versación y experiencia deben reconocerse relativas a nivel macro) es imperioso que recurra a más personas capacitadas, pues -habiendo reconocido públicamente que no sabe- no hay forma de que pueda discutir con fundamento las cosas que le plantean. Puede aportar sentido común, agudeza, visión política, olfato, pero no puede discutir, debe hacer lo que ellos le dicen que hay que hacer.
Con sólo dos que saben opinando, nunca se dará el enriquecedor debate que se origina naturalmente cuando hay múltiples aproximaciones igualmente fundadas. ¿Cómo lauda el Dr. Lescano si sus segundos discrepan? ¿Tira una moneda? No: decide él. Que es el que no sabe. O llama a otro, tal vez algún predecesor de los que consulta frecuentemente aunque no son especialistas de verdad, según él mismo señaló.
Voy a hacer como que el Ministro honra al autor leyendo esta columna, y le voy a hablar sólo a él.
Mire lo que le pasó con el tema de los especialistas, Ministro. Usted llegó a un mundo nuevo y desconocido, alguien le dijo que en Uruguay no hay quien sepa de Turismo, Usted fue y lo repitió y ahora -los que se animan- hacen fila para demostrarle qué feo le erró. Alguien le dijo (y Usted repitió) que está bien que el Marketing de destino lo haga una Agencia de Publicidad, y eso es técnicamente espantoso (no me crea a mí: pregunte en ADM o cualquier Cátedra de Marketing, que ahí sí hay Grados 5 ). Alguien le dijo (y Usted repitió) que -sin piquetes- la temporada hubiera sido formidable y no hubiéramos tenido capacidad instalada para recibirlos, y resulta que en alta temporada la hotelería tuvo 85% de ocupación, en Rocha (que es el único lugar donde hay cifras confiables) 7 de cada 10 pasajeros eran uruguayos (cero divisas), y en toda la Costa quedaron miles de viviendas sin alquilar; aunque la visión del 20 de enero de ADIPE fuera que tout va tres bien, monsieur le Ministre. Suerte que acá no hay guillotina....
Usted no lo dijo expresamente, pero sí por omisión: me pregunto quién le dijo que en el Ministerio no hay funcionarios que sepan. Hay. Hace años que están enterrados, usados a veces, ninguneados casi siempre, descartados finalmente por oleadas sucesivas de oportunistas de ocasión; y aún así piensan, saben de qué viene la cosa, y podrían darle una gran mano. Sólo hay que saber quiénes son, proponérselos, entusiasmarlos, y darles las armas.
- HL: Acepto una gran verdad: no tenemos buena comunicación y eso nos hace tener este tipo de problemas.
Ministro, con todo respeto: no sabe de Turismo ni de Dirección y no le parece grave, afirma que nadie sabe de verdad de Turismo y a la vez defiende la enjundia profesional de sus Compañeros. A dos años de gestión no tiene Dirección ni Director/a Técnica, ni de Marketing, ni de Promoción del Desarrollo, ni estrategia, ni planes ni (salvo honestidad, buena intención, voluntad y un corto y no muy sólido equipo) casi nada de lo que se necesita para gestionar un emprendimiento dotado con un Presupuesto millonario en dólares, destinado a una de las actividades más sensibles de la Economía y la Sociedad uruguayas.
No quiero agregarle preocupaciones, porque sé que se toma en serio su trabajo, pero -leyendo el párrafo anterior- me parece que en el Ministerio hay problemas bastante mayores que el de la Comunicación, que ya es decir.
Un abrazo.