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Jueves, 17 Septiembre 2009 20:41

El carisma presidencial

por Sergio Antonio Herrera
En medio de una especie de aquelarre preelectoral, donde casi todos los candidatos, parejitos, dan vergüenza ajena, las cadenas televisivas traen un viento fresco desde los Estados Unidos, cubriendo la visita del Doctor Vázquez en Washington a la OEA.



El mensaje directo: "Permítanme decirles que en un rincón en el sur de esta América, tan pródiga en levantamientos y enfrentamientos armados, está ocurriendo una revolución pacífica", aludiendo al Plan Ceibal, fue el momento culminante de su alocución ante los embajadores de toda América Latina, nucleados para homenajearle.

Hace pocos días, otros funcionarios de nuestro gobierno, en otro punto del mismo territorio, también hablaron del Plan Ceibal, pero en ese lugar debían hablar de turismo y nuestras bellezas y atractivos y no intentar, como lo hacen en cada oportunidad que tienen un micrófono delante, hacer propaganda.

Esta administración que termina, a nuestro modesto entender, ha tenido acciones muy buenas y logros importantes, quizás bastante más que los que sabe trasmitir y los que logra demostrar.

Pero también tiene y ahí está el gran problema, a unos cuantos fanáticos en sus filas, que erran una y otra vez y no terminan  de entender a su propia gente, a sus compatriotas.

Estos "cuadros" (espantosa definición que se la da la gente, en política), cometen el mismo error que nuestros colegas, principalmente los de la TV, subestiman al pueblo.

Los políticos mencionados exageran sus logros, se atribuyen algunos que han quedado muy lejos de alcanzarse y por su parte, los comunicadores de la TV, detrás de cada pifia de Mujica ponchan a Pedro o a Lacalle, para entre todos, mostrar un carnaval triste, donde el mensaje parecería ser: "no nos vote a ninguno de nosotros".

Hace algunos días en Bariloche, en el ámbito de la UNASUR, donde es el gran responsable de librarnos de Kirchner, Tabaré fue quien habló más claro sobre el tema de las bases norteamericanas en Colombia y ya había dado su señal con respecto a Honduras.

Ayer, en la capital de Estados Unidos, escribió una página de gloria para la institución presidencial de Uruguay y el mejor homenaje que recibió fue el aplauso final de los representantes latinoamericanos.

No en vano, a esta altura, tiene el altísimo índice de popularidad que le prodigamos, una clara mayoría de sus compatriotas.

Lo vamos a extrañar seguramente y es por ello, que nos gustaría que en el período próximo, si su fueza política es gobierno, que no nos deje solos con ella, le pedimos que ejerza su influencia para que conservemos la imagen de nación seria que supo construir. Nos vemos.