por Sergio Antonio Herrera
Dice hoy Tribuna Latina "Mientras en Madrid disfrutaban miles de
hispanoamericanos con el Festival Vivamérica, en el que participaron
decenas de agrupaciones folclóricas y músicos provenientes de
Latinoamérica -incluido el argentino Fito Páez-, en la Amazonía peruana
decenas de indígenas se cuestionaban sobre la 'ofensa' de seguir
celebrando el 12 de octubre porque aún se les sigue despojando de sus
tierras."
Y yo creo que sin llegar a los extremos, deberemos ir directamente al replanteo.
Una cosa es lo que nos enseñaron en la escuela y muy otra, bastante diferente, la realidad.
Creo también que debe haber un sinceramiento dentro de América Latina y se deben revisar los discursos; no es idéntica la realidad de los indígenas de la Amazonia con la de un yuppie porteño por ejemplo, como así tampoco se pueden comparar las realidades de los indígenas bolivianos a la de un habitante común y corriente de Montevideo.
Ni calvo ni con dos pelucas.
En todo caso la
Maldición de Malinche nos advierte, que seguimos cambiando oro por cuentas de vidrio y es en eso que debemos detenernos, es a ello a lo que debemos prestarle atención.
Debemos comenzar a construir nuestra propia hoja de ruta y dejar de seguir la trazada por los hombres barbados, que no llegan ya montados en bestias (aunque a un Airbus o a un Boeing les podría caber la denominación)ni traen fuego en sus manos y tampoco se ven cubiertos de metal, pero seguimos cometiendo el error que nos dejó , no solamente 300 años esclavos, según como se mire, más de 500...
Cuando me refiero a España y uso el habitual "Madre Patria", no dudo en anteponer un "ex" y si lo pienso, debería poner un "jamás", a juzgar por la realidad actual.
No puede ser madre quien expulsa a sus hijos de su regazo, mucho menos podemos reverenciarla cuando harta de esquilmarnos, nos rebota.
Como se ve, no es nada fácil el planteo, en todo caso, hay una larga discusión por delante; pero hay certezas.
En mi caso particular, sin caer en demagogias, creo que tengo más cuestiones a definir en común con el indio boliviano o el de la amazonia, que con un andaluz o un madrileño.
Tampoco tengo dudas que me va a costar más, entender al indio que al andaluz o al madrileño; por múltiples razones, pero más que nada por el chip incoporado que llevamos que nos ha hecho creer que somos tan occidentales como los del primer mundo pero la realidad nos marca que la mayor diferencia que tenemos con los indígenas es la del aspecto, porque en diferentes escalas, sufrimos las mismas penas y carecemos de los mismos derechos.
Por eso, cada 12 de octubre, de aquí en más, debería servir para la reflexión y para el replanteo; sin odios ni rencores pero con dignidad. Nos vemos.