{xtypo_dropcap}P{/xtypo_dropcap}edir la remoción por parte de la oposición y mantener a la jerarca (en este caso puntual) en el cargo, por parte del Presidente, es nada más que política.
Lo realmente importante es lo que debe hacerse con la seguridad en nuestro país, la cual está herida de muerte.
El traslado de más de mil presos, luego de la visita del relator de la ONU, sigue siendo política, en este caso, lamentable y criticable, no por efectuar el traslado sino por hacerlo cuando se queda en evidencia a nivel internacional, lo que indica que si no hubiese habido relator, tampoco hubiese habido traslado.
Pero no se puede seguir asistiendo al absurdo de ver como queda segada la vida de un trabajador, simplemente porque algún rapiñero adolescente "se fue de mambo".
La gran disyuntiva de este gobierno, como la del anterior y los que les precedieron, es que tal vez quisieran cortar por lo sano, eliminar la delincuencia, barrer con los delincuentes, pero, este gobierno, el anterior y los que les precedieron, llegados a ese punto debieron afrontar tal vez, su (nuestra) propia conciencia y allí, murieron, como mueren, todos los intentos.
No estamos hablando de nada que no se sepa, ni de nada que no se haya practicado en otros países, como Brasil y Colombia, por citar dos claros ejemplos de brutal represión, simplemente decimos que seguramente, cuando a los gobernantes de turno, agobiados por la violencia, la inseguridad ciudadana, la impunidad de los menores asesinos, se les pasa por la mente reprimir, no pueden borrar de sus mentes (no podemos), pero, fundamentalmente de sus (nuestras)
{xtypo_rounded_right2}Quizás se nos pueda cuestionar el porqué, en un medio especializado en turismo editorializamos de esta manera...podríamos responder que la seguridad, en el mundo moderno, podría considerarse (bastaría con analizarlo), el principal insumo para conformar el atractivo turístico de un destino.Agregaríamos una invitación a soñar, en un territorio libre de delincuencia, donde turistas del mundo entero, pagarían cualquier dinero para, aunque fuese por unos pocos días, poder caminar por las calles sin temores, lucir sus alhajas, disfrutar de la vida.{/xtypo_rounded_right2} conciencias, lo que nos pasa a los que felizmente (y ¿por qué no? egoístamente), "estamos dentro de la carpa donde se desarrolla la fiesta de la vida" (como le oímos decir a Víctor Hugo Morales), les asalta el remordimiento porque al igual que cada uno de nosotros, tenemos claro que la delincuencia y los delincuentes, no surgen por generación espontánea sino, por causas muy concretas que se dieron durante toda la vida y se acentuaron, en las últimas décadas.
Esas causas, giran todas, en torno a la exclusión, de miles, de millones de seres humanos en el mundo entero, los que quedaron "fuera de la carpa".
Por eso, trasladar presos, agrandar cárceles o construir nuevas, solo serán paliativos para la gran crisis en la que estamos inmersos y jamás, la solución de fondo.
Si realmente se quiere solucionar el problema, al menos en Uruguay, hay que barajar y dar de nuevo.
Hay que separar a la gente honesta, o para ser más precisos a la gente pacífica, de la otra, la que sea cual sea la causa, es violenta, delinque, distorsiona la vida normal.
Y a esa "otra" gente, hay que volver a dividirla, entre los recuperables y los que no lo son (tarea específica de profesionales); a unos, sumergirlos en establecimientos de recuperación y a los otros, confinarlos, aislarlos.
Una vez más, sugerimos lo que proponemos en
La Isla.
Obviamente, se nos va a decir que eso cuesta mucho dinero y que es un planteo utópico, nos apresuramos a responder que nada de eso es verdad.
Un país que sobrevivió a una dictadura dilapidadora como todas, a la construcción de la Torre de las Comunicaciones, al salvataje de bancos y a los planes de emergencia, bien puede encarar un plan como el propuesto y mucho más, si se consigue el apoyo internacional.
Quizás se nos pueda cuestionar el porqué, en un medio especializado en turismo editorializamos de esta manera...podríamos responder que la seguridad, en el mundo moderno, podría considerarse (bastaría con analizarlo), el principal insumo para conformar el atractivo turístico de un destino.
Agregaríamos una invitación a soñar, en un territorio libre de delincuencia, donde turistas del mundo entero, pagarían cualquier dinero para, aunque fuese por unos pocos días, poder caminar por las calles sin temores, lucir sus alhajas, disfrutar de la vida.
Y a quienes puedan llegar a acusarnos de insensibles, les respondemos que optamos por el pragmatismo y lo que hacemos, es buscar las consecuencias prácticas del pensamiento. Nos vemos.